La mirada y la imagen

Hoy en día "siempre hay una pantalla, pero no forzosamente una mirada", según Baudrillard. No podemos negar que exista un espíritu de contemplación ante las imágenes pero sí podemos afirmar que este espíritu se ha modificado sustancialmente, sobre todo a partir de la producción-distribución-consumo de imágenes en movimiento. La iconósfera de la sociedad industrial avanzada revolucionó los hábitos del circuito de imágenes y sonidos, pero al mismo tiempo preparó los espíritus para ubicarse en un mundo en el que la fruición vuoyerista por la cantidad sustituyó la fruición voyeurista de la calidad, y donde la posesión masiva destruyó la posesión unitaria de la obra.

La imagen de hoy nos ofrece la posibilidad objetuante de una "violación audiovisual tumultuaria" de su contenido. Antes, la relación placentera se manifestaba intimista, complaciente e intersubjetiva. No obstante, parece que hoy día vuelve a renacer la intimidad en el consumo de la imagen. Quizá en esto está influyendo la posibilidad técnica que ofrecen las tecnologías avanzadas para la reproducción analógica (el video) y digital (el CD) de las imágenes. Si bien es cierto que la sociedad industrial fomentó el vuoyerismo colectivo, previos a la "violación audiovisual tumultuaria", la sociedad posindustrial está facilitando la recuperación de un espíritu contemplativo e intimista, pero que cierra tanto los espacios y las formas de consumo, que sacan al sujeto de la sala de cine, para recluirlo en la soledad de una estancia familiar consumiendo films en video donde, a lo sumo, su grupo primario comparte con él ésta fruición pasajera e "irracional".

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